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Foto del escritorFranco Medina

Rompamos el silencio del suicidio



Por: Mariano Quiroga, licenciado en Psicología M.P 370



Cada año, aproximadamente 800 mil personas fallecen en el mundo por suicidio, lo que supone un estimado de una muerte cada 40 segundos.


Esta patología mental grave, a nivel mundial se encuentra entre las tres primeras causas de muertes en el grupo de edad comprendido entre los 5 y 44 años, pasando a ser la segunda causa de muerte entre los 10 y 24 años de edad. A su vez, si se tienen en cuenta los intentos de suicidios, las cifras de incidencias serían mayores, entre 10 y 20 intentos por cada suicidio. Sin embargo, solo 38 países tienen una estrategia nacional de prevención del suicidio.


La muerte autoprovocada en los jóvenes es un problema sociosanitario grave, no sólo por la cantidad de casos, sino también por el impacto que genera en los propios afectados, en sus familiares y en la sociedad en general.


En esta nota, no vamos a centrarnos en los números, ni mucho menos en los métodos. Sino que tomamos las estadísticas para poner en contexto que el suicidio a nivel general, y sobre todo en los adolescentes, es una problemática grave, que en la mayoría de los casos se lo considera un tema tabú rodeado de mitos.


Es importante que podamos diferenciar ciertos conceptos, el suicidio es el acto por el cual una persona provoca su muerte de forma intencionada, no es un problema del cerebro, ni el resultado de un solo factor o hecho, sino que se trata de un fenómeno humano complejo, multidimensional y multifactorial, en el que participan distintas realidades, como las culturales, sociales, institucionales, psicológicas y biológicas. Por otra parte, la ideación suicida, como su nombre bien lo indica, son ideas, deseos, pensamientos de un sujeto de querer terminar con su vida, que forma parte de la conducta suicida. Esto se diferencia del intento de suicidio, que es un conducta autolesiva con un resultado no fatal que se acompaña por evidencias (explicitas o implícitas) de que la persona intentaba morir.


No todas las personas que intentan su muerte autoprovocada desarrollan una ideación suicida, porque una cosa es tener ideas o deseos y otra es pasar al acto o al intento de suicidarse. A su vez, hay una diferencia entre el que hace el intento y el que es suicida, no todo aquel que hace un intento es un suicida. Este último, forma parte de una patología mental grave porque es una persona que se pone en riesgo en todo momento. Hay personas que dicen que se van a suicidar como una manera de advertir y llamar la atención del otro, pero no lo van a hacer y hay otras que sí lo hacen.


Este fenómeno humano complejo, surge cuando la persona afectada siente que la vida ya es insoportable y que la muerte es la única vía de escape, ya sea del dolor físico o emocional, como también de una enfermedad terminal, de problemas económicos, pérdidas afectivas u otras circunstancias, como la humillación o la soledad. Freud lo definía como una “salida”, entre otras, al conflicto psíquico, al no poder responder las preguntas que genera el Otro (la cultura, la sociedad, el orden social, la ley, quien regula el deseo), el sujeto ofrece una respuesta que es el suicidio, entre una de ellas, donde el suicida ofrece su desaparición como respuesta.


Es importante aclarar que los pensamientos o ideas suicidas pueden ser pasajeros como permanentes, hay que detectarlos a tiempo e iniciar un tratamiento psicológico y psiquiátrico adecuado.


Las primeras señales de alarma a tener en cuenta son:


- Intentos previos de suicidio

- Antecedentes de suicidio en familiares

- La expresión verbal: cuando uno está muy desbordado

- Amenazas suicidas

- Notas de despedidas

- Depresión

- Aislamiento

- Sentimientos de desesperanza


Adolescentes


Es muy frecuente que los adolescentes intenten suicidarse, porque es una etapa más que conflictiva donde suceden varios duelos y cambios, ya sea en el cuerpo y en la sexualidad, como en la identidad, en tratar de separarse de los padres e ir más hacia los amigos/as y los novios/as, entre otras cuestiones.


También al hablar de los/las jóvenes y la muerte autoprovocada, es casi imprescindible mencionar ciertas problemáticas que los perjudican directamente. El bullying y el cyberbullying los afectan de muy mala manera, justamente por las razones mencionadas en el párrafo anterior, porque el/la adolescente está en constantes transformaciones, que te estén diciendo “vos sos esto”, “tu familia es aquello”, entre otras calificaciones que no deberían hacerse, quedan marcada en la mente y cuesta salir de eso. Además, factores como las redes sociales y la sociedad de consumo, que exige de forma desmedida el éxito, la competitividad, comparaciones y la importancia del cuerpo, también influye de manera negativa en uno y en una, sobre todo en los y las adolescentes, porque en el medio hacen perder la subjetividad, la esencia de uno mismo, te hacen creer que solo existe un solo estereotipo de belleza y si no te pareces a lo que te dicen te marginan y eso está mal. Nadie es perfecto y gana siempre en la vida, nunca. A veces confundimos lo real con lo virtual y yo creo que ese es el gran error que comete el ser humano.


Un informe hecho por UNICEF, detalla que en Argentina desde principios de la década de 1990 hasta el 2019, año de presentación del documento, la mortalidad por suicidio en adolescentes se triplicó. “A pesar de que los datos sobre tentativas de muerte por voluntad propia muestren que las mujeres tienen más intentos que los hombres, existe una mayor cantidad de decesos entre los varones. Los comportamientos culturales atribuidos al género masculino tales como menor tendencia a comunicar sus problemas y a reconocer que necesitan ayuda o que tienen dificultades lleva a los varones a concretar las acciones de manera más frecuente que las mujeres”, detalla el informe.

La palabra suicidio muchas veces genera pánico o susto en las personas, pero es muy importante saber que se puede prevenir si es detectado a tiempo, para esto es fundamental la información, sensibilización y la concientización sobre esta temática, como así también brindar un espacio de escucha a esa persona, para ver que cuestiones subjetivas está atravesando y alojar la palabra. La muerte autoprovocada corta toda relación con la palabra y justamente la palabra es lo que nos hace humanos, nos hace tener la posibilidad de simbolizar, la ruptura de la palabra es la ruptura con la vida.


Por otra parte, a una persona con intenciones de autoprovocar su muerte, no hay que dejarla sola pero tampoco invadir su espacio, es necesario respetarlo pero siempre siendo una escucha para él o ella, hacerse sentir que uno está para esa persona y cuenta con él/ella. Después a medida que vaya logrando comunicación ofrecer empezar terapia.


Para este apoyo es fundamental la contención familiar y de las amistades, es muy difícil pedir ayuda o saber que alguien está disponible si no hay un lugar ni momento para hablar de ese sufrimiento. Uno de los factores principales que desencadena esto es la depresión, que es la ausencia de deseo, es la respuesta a una pérdida humana (padre, madre, hijos, amigos), abstractas (pérdida de los ideales), pérdida de un proyecto, pérdida económica, de identidad o fracasos. Cuando un duelo no se resuelve y se prolonga en el tiempo, se desarrolla un duelo patológico donde uno puede caer en un estado depresivo, una melancolía o la pérdida del deseo.


Además de las ayudas de los cercanos, también hay líneas telefónicas para comunicarse en casos de emergencia. Si la persona ya se encuentra en tratamiento psicológico puede acudir inmediatamente a su terapeuta o llamar al profesional. También se puede acudir al hospital o al centro de salud más cercano.


Línea de prevención del suicidio

135 (Capital Federal y Gran Buenos Aires)
(011) 5275-1135 o 0800-345-1435 (desde todo el país)

Todas las personas merecemos una atención psicológica accesible, inclusiva, pública y de calidad. Promover y cuidar la salud mental de la población, especialmente de los más vulnerables, es un derecho constitucional.


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