Por: Analía Sierra, presidenta de Materna
El martes se conmemoró el Día Internacional de la Salud Mental, y cerré ese día acompañando en equipo a una madre que se comunicó desesperada con nuestra ONG Materna. Estaba embarazada de su segundo hijo y presentaba síntomas muy elevados de ansiedad generalizada, sin poder dormir durante varios días. “Hay casos más graves que el tuyo y estamos colapsados”, fue la respuesta que tuvo cuando llegó a la guardia de un hospital.
¿Qué puede ser más importante que una madre que llega con un bebé en su vientre pidiendo ayuda por ideación suicida? Somos conscientes de que nos enfrentamos a una enorme crisis de salud mental. Después de la pandemia, sabíamos que vendría esta oleada de problemas de salud mental. Pero, como diría Mafalda: "que lo urgente no quite tiempo a lo importante".
Me pregunto, ¿Cómo priorizar problemas de salud mental de un paciente esquizofrénico sobre los problemas de salud mental de una madre embarazada con un bebé en su vientre? No me gustaría estar en la piel de ese profesional que debía evaluar y prefirió dar prioridad a los síntomas ruidosos de un paciente, dejando a una madre con ideación suicida volver a casa sola sosteniendo a un bebé en su vientre y con un niño en su casa. ¿Qué vio? ¿Qué priorizó? ¿O qué no quiso ver? Todo en la vida de un bebé en desarrollo es prioritario; es una potencia en desarrollo y debería ser prioridad para toda la sociedad.
La responsabilidad del cuidado de nuestras infancias por nacer debería ser de todos. La de mantenerse informado y actualizado es de los profesionales. Hace tiempo que se sabe que el útero de una madre estresada expone al feto a un ambiente hostil lleno de hormonas de cortisol, capaces de modificar el desarrollo adecuado de algunos órganos del bebé, incluido el funcionamiento de su cerebro (https://psiquiatria.com/depresion/exactitud-de-las-preguntas-de-whooley-y-la-escala-de-depresion-postnatal-de-edimburgo-para-identificar-la-depresion-y-otros-trastornos-mentales-en-el-embarazo-temprano/).
En mi caso, sin ningún antecedente de trastorno psicológico previo, empecé con síntomas de ansiedad elevada unas horas después de dar a luz. Me faltaba el aire, tenía palpitaciones y me sentía morir. Llegué a creer que estaba teniendo un ataque al corazón. La respuesta de mi obstetra ante esta situación fue: "Es un ataque de pánico, no es nada”. Muchas veces me pregunté qué pasó por la cabeza de ese obstetra para no poder identificar un síntoma tan obvio. ¿Falta de capacitación? o ¿Falta de herramientas en un sistema de salud que aún fragmenta en cuerpo y mente? Esto es lo que ocurre con la salud mental: no se ve. Por lo tanto, se traduce en falta de voluntad, falta de madurez y falta de deseo de ser madre, entre otras cuestiones. Todas las respuestas pueden ser válidas, pero lo importante es: ¿Qué hacemos con esto?. Cuando el problema de salud mental en la etapa perinatal se instala afecta a todos, a la madre, al niño por nacer, los hermanos, el padre, los abuelos, todos ven sus vidas afectadas por el problema y por la urgencia.
Un padre que deja de trabajar, una abuela que se debe mudar, tíos y/o amigos que tienen que ir a la casa porque no se puede dejar a la madre sola si tiene ideación suicida, la madre que ya no puede volver a trabajar, toda la economía familiar se ve comprometida por un tratamiento costoso. Acá llegamos al punto que más nos preocupa como ONG: la salud mental perinatal en Argentina es un privilegio de unos pocos. Soy testigo de que hay mucha gente trabajando por mejorar, pero no es suficiente, y lo urgente nos está restando tiempo a lo importante.
En mi caso, todo se fue deteriorando de mal en peor, y en estas situaciones tienen mucha influencia las grandes expectativas que creamos en torno a la maternidad. Los mandatos sociales tan arraigados nos hacen creer que la madre, solo por ser mujer, va a tener un hijo e instantáneamente y de forma intuitiva ya sabrá qué hacer. También tenemos muy incorporado que todo lo relacionado con la llegada de un bebé a una familia es pura felicidad, cuando en realidad dejamos de lado muchos temas que forman parte de lo perinatal: los duelos, las pérdidas intrauterinas, los abortos, los problemas de fertilidad, los problemas de salud mental previos y problemas de pareja, entre otros. Son una serie de historias de vida que se ven afectadas por la llegada de un bebé, pero que rara vez se tienen en cuenta cuando ya está en brazos y sus demandas son urgentes.
El 80% de los llamados y peticiones de ayuda de las madres que se comunican con Materna están relacionados con las altas expectativas frente a la escasa información real sobre el período perinatal y sus cambios de humor. Nos encontramos con madres agotadas, sobrepasadas y autoexigentes (cuando la exigencia no proviene de afuera y la mirada juzgadora de otros). Un factor fundamental que se repite es la soledad. Todo esto hace que las madres se sientan sumamente culpables y eso las lleva a callar, cuando en realidad, en ese momento se sienten sobrepasadas simplemente por la falta de información real sobre esta etapa. Es una etapa hermosa, pero también una crisis vital, porque en el mejor de los casos la mujer experimenta muchos cambios corporales y psicológicos que la hacen sentirse extraña hasta en su propio cuerpo. En el peor de los casos, ni siquiera se produce una adaptación saludable a esta etapa. Como dicen mis compañeras de Materna: "duda más de la madre que llega impecable al puerperio que de la que llega despeinada y con ojeras”.
Para los profesionales capacitados es esperable que una madre esté mal dormida, agotada física y emocionalmente, pero también son ellos quienes pueden realizar un diagnóstico diferencial y decir: "Aquí hay algo más que un puerperio”. Tenemos un 20% de casos en los que, más allá de este período de adaptación a la maternidad, se vive como una pesadilla interminable debido a los síntomas elevados de problemas de salud mental.
Estadísticas sobre esta problemática:
Volviendo a mi caso personal, estuve 5 meses deambulando en busca de un tratamiento adecuado con profesionales capacitados que supieran qué era lo que necesitaba para aliviar los síntomas y comenzar a disfrutar de mi hijo. No fue de inmediato, fue un proceso que me robó 8 meses del desarrollo de mi bebé. No recuerdo su primera sonrisa ni su primera comida, pero sí recuerdo la primera vez que pudimos conectar la mirada. Ya tenía 8 meses y en un cambio de pañal pudimos encontrarnos y sonreír juntos. Años después, me llevó a un trabajo de búsqueda personal para identificar qué había sucedido y entender que no era culpable por los 8 meses de ausencia en la vida de mi hijo. Sin embargo, sentí la necesidad de asumir la "responsabilidad", de tomar lo sucedido y darle forma a la experiencia. Así fue como me uní con profesionales de la salud mental perinatal y madres puérperas y dimos forma a nuestro deseo de acompañar a las familias al crear Materna.
Somos una organización argentina conformada por madres sobrevivientes de problemas de salud mental perinatal y por profesionales de la salud mental perinatal. Promovemos la difusión, investigación, prevención y tratamiento de los problemas de salud mental que pueden afectar a las mujeres durante el embarazo, el parto y el puerperio. Funcionamos interdisciplinariamente y disponemos de una red nacional e internacional de profesionales del área perinatal destinada a conectarlos con las/os pacientes que demanden su asistencia.
Además, brindamos información a las personas involucradas en los procesos de maternidad, paternidad y cuidado de la primera infancia. Entre los servicios que ofrecemos se encuentran el Apoyo de Pares, los grupos de acompañamiento, las charlas informativas y la capacitación a profesionales de la salud para abordar integralmente desde una perspectiva de género. Entendemos nuestro trabajo como una inversión esencial para el futuro, ya que cuidando el comienzo de la vida promovemos el crecimiento saludable de la sociedad.
Por eso, también participamos cada año en la campaña internacional por el Día de la Salud Mental Materna, que se celebra el primer miércoles de mayo. Organizaciones de países de todo el mundo, como Argentina, Austria, Australia, Canadá, Francia, Nueva Zelanda, Nigeria, Sudáfrica, Reino Unido y España, se unen en la campaña para que se declare el Día Mundial de la Salud Mental Materna (wmmhday.postpartum.net).
El objetivo común es sensibilizar a la población mundial acerca de la importancia de la salud mental materna y mejorar los recursos destinados por los gobiernos a la prevención, detección y tratamiento de los trastornos mentales durante el embarazo y el primer año tras el nacimiento (trastornos mentales perinatales).
Socialmente, existe una idealización de la maternidad junto a un estigma de la enfermedad mental materna asociado a ser “una mala madre”. Sin embargo, todas las mujeres durante el embarazo y postparto, tienen que adaptarse a numerosos cambios vitales, llegando a experimentar, 1 de cada 4, algún tipo de malestar psíquico significativo. Cualquier mujer independientemente de su edad, nivel económico, cultural y etnia puede desarrollar un trastorno mental durante el embarazo y posparto.
Más del 75% de estas mujeres no son diagnosticadas, no reciben el tratamiento ni los soportes adecuados. Sin la detección, comprensión, cuidado, apoyo y tratamiento, el impacto de estas enfermedades puede ser devastador en las mujeres afectadas, en sus parejas y en la descendencia.
Para eso, es necesaria la formación de profesionales en esta área, sumado a la inclusión de la evaluación y atención a la salud mental en los protocolos de seguimiento del embarazo/posparto y también la creación de dispositivos específicos para la intervención hospitalaria, como las Unidades Madre-Bebé, que ya funcionan en algunos países como Reino Unido, Francia y Australia.
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