Por: Mariano Quiroga, licenciado en Psicología M.P 370
Los prejuicios son creencias predeterminadas sobre una persona, objeto o situación que se forman, por lo general, a través de actitudes negativas hacia un grupo del cual se tiene poco conocimiento real. También puede ser el resultado de una generalización en base a una experiencia negativa pasada, y otro punto importante, es que los factores culturales adquieren un gran peso en la generación de los prejuicios. En nuestro día a día tienen una influencia determinante, ya que generan daños que implican una gran cantidad de cambios en cuanto a actitudes, pensamientos y sentimientos, sobre todo en las víctimas, pero también en los victimarios.
Muchas veces que prejuzgamos a otras personas tenemos la tendencia de hacerlo casi inconscientemente, porque es habitual que en las familias y también en las distintas culturas se promuevan comentarios y creencias que pueden ser considerados “correctos” o “normales”, respecto a ciertas personas o grupos, lo que genera no ser tan empático con otro. Al mismo tiempo que influye negativamente en nuestro comportamiento, en las relaciones y también puede dificultar la convivencia.
Prejuicios y estereotipos
Son dos imágenes mentales que van de la mano, ya que los prejuicios son ideas basadas en estereotipos. Este último, es un concepto que suele ser negativo y no se le atribuye a una sola persona, sino a un conjuntos de personas, una generalización que sirve para clasificar y etiquetar. Por ejemplo, estereotipos sociales como “los que viven en las villas son todos chorros”, o religiosos, al creer que todos los árabes son musulmanes, así como estas frases hay más que están instaladas en la diaria de la sociedad.
En cierta manera, todos lo hacemos porque son construcciones sociales y culturales, pero hay que evitarlas para no generar daños en los demás, porque en base a los prejuicios, estigmas y temores que no corresponden a la realidad o no tienen fundamento científico se discrimina a otra persona, se le niega o condiciona el acceso a derechos y oportunidades. Por poner dos ejemplos: “porque es negro seguro hará algo malo” o “tiene tatuajes no va funcionar en este trabajo o no será responsable”.
Los prejuicios y los estereotipos pueden ser muy peligrosos si se difunden masivamente, ya sea a través de los medios de comunicación o en las redes sociales, porque se genera una idea en la que cada vez más personas creen en eso. A través de las publicidades o los filtros de las redes, estamos constantemente expuestos a que nos impongan qué es lo que está “socialmente aceptado”, que es lo lindo y lo feo, lo normal o lo raro. Cuando en definitiva, es muy difícil poder delimitar lo normal y lo patológico de una persona, no existe un “como debe ser” para todos, cada persona lo transita de acuerdo a su subjetividad, a su historia, de acuerdo a ese modo único y particular de caminar el mundo.
Lo más importante de todo esto, es que se pueden eliminar esos prejuicios asistiendo a terapia. El problema, cuando nos planteamos reducir un prejuicio, son los factores que lo generan o los mantienen. Mientras no se eliminen estos factores, los prejuicios van a seguir reproduciéndose y en algunas ocasiones no se pueden eliminar.
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