Depresión: Por una salud mental sin tabú
- Franco Medina
- 23 mar 2022
- 6 Min. de lectura
Actualizado: 12 ago 2024

Por Mariano Quiroga, licenciado en Psicología M.P 370 y Franco Medina, periodista
“La depresión es como una amiga chiquita y dulce que te lleva cada vez más abajo, tan sutil que pasa inadvertida, te va hundiendo poquito a poquito, hasta que un día te das cuenta que estás al borde del abismo.
Cuando comencé a estar mal ni siquiera me daba cuenta. Todo comenzó tan sutilmente que parecía casi imperceptible. Era como una voz suave que me decía ‘hoy no entrenes, por un día que faltes no pasa nada’ u ‘hoy no salgas con tus amigos, la vas a pasar mejor solx’, pero al final, eso no fue cosa de una sola vez, se convirtió en mi rutina, mi forma de vivir.
Con el tiempo, esa amiga dulce e inadvertida, fue creciendo. Se convirtió en una persona grande que te gritaba en la cara que ya no servías para nada y que solamente molestabas. Ese sentimiento, el sentimiento de que sos una carga para las personas también es uno de los peores, sentir que donde sea que estés, estás molestando.
Muchas veces no sentía nada, lo único que sentía era vacío. Me sentía completamente vacíx por dentro, no había angustia, no había dolor, no había nada. Solamente estaba yo, vacíx y perdidx en el medio de la nada.
Los pensamientos negativos los tenía tan normalizados, que ni siquiera en el peor de mis momentos se me pasó por la cabeza que podía tener depresión. Había aprendido a mentir tan bien, a esconder tanto todo lo que sentía y por lo que estaba pasando, que nadie a mi alrededor iba a poder darse cuenta del lugar tan oscuro en el que me encontraba. Recién comencé a ser consciente de todo esto años después, cuando comencé a ir a terapia y di una mirada objetiva al pasado para darme cuenta por todo lo que pasé y no era consciente.
Las personas suelen decir ‘hacé un poco de ejercicio’, ‘salí a caminar para despejarte’ ‘tomá sol que hace bien’, como si todo fuese tan fácil y no lo hubiésemos intentado ya. Y no me mal entiendan, si, hacer ejercicio y tomar aire fresco ayuda, pero para una persona con depresión no es tan fácil como ‘salir a tomar aire fresco’, porque para hacer todo eso, primero tenes que encontrar la fuerza para salir de la cama, y ahí está el problema. La cama pasa a ser tu mejor amigo y tu peor enemigo a la vez.
Las personas con depresión tenemos algunas actitudes que una persona sana no las tiene y, por ende, no las entiende. Entonces, si las personas que te rodean no saben cómo te sentís o por lo que estás pasando, puede suceder que juzguen algunas de tus acciones, que no las comprendan o que te generen conflicto, por lo que es importante que el otro sepa cómo te sentís y por lo que estás pasando, para que puedan empatizar y entenderte.
Hablar, pedir ayuda, hace justamente eso, ayudar. Yo sé que no es fácil, que hay muchos miedos y trabas en el medio, pero si lo necesitas, pedí ayuda, es un camino de ida. No estás solo, aunque ahora te parezca que sí, no estás solo”.
Testimonio de una persona con depresión que prefiere mantener el anonimato
La depresión es un trastorno emocional que, además de causar un sentimiento de tristeza constante, está acompañado por la pérdida de interés frente a las actividades cotidianas, a la ausencia de deseos y a los proyectos. También genera angustia, falta de autoestima y cambios de hábitos en el apetito, el ánimo y en la salud física. Es decir, genera en quien la sufre un sentimiento de que no vale la pena vivir.
Al encontrar el diagnostico es muy común que esté asociado a la ansiedad. La diferencia es que la depresión se enmarca en un cuadro mucho más amplio que el sentimiento de tristeza, con la gravedad de que puede provocar estragos en la vida de las personas que la sufren, ya que si esta patología no recibe algún tipo de tratamiento, comienza a tener impacto en todos los aspectos de la vida de una persona: el trabajo, la familia, las relaciones personales, la autoestima, e incluso en la autopercepción.
Entre los síntomas característicos se reconocen:
Estado de ánimo: sentimientos de culpa, de tristeza extrema, desesperanza, frustración, pérdida de interés o placer por actividades habituales.
Comportamiento: Ganas excesivas de llorar, arrebatos de enojo, irritabilidad, frustración.
Sueño: Dormir poco, dormir mucho, insomnio.
Cuerpo: Dolor físicos inexplicables, cansancio, falta de energía, antojos de comida, adelgazamiento, pérdida de apetito o aumento de peso.
Cognitivo: Lentitud para razonar, hablar, hacer movimientos corporales, dificultad para pensar y concentrarse.
Sumados a los ya mencionados, también puede haber fijación en fracasos del pasados o autoreproches. Como así también, pensamientos frecuentes o recurrentes sobre la muerte, que llevan a pensamientos suicidas, intentos suicidas o incluso suicidio consumado.
Angustia, tristeza y depresión
Tienen los mismos síntomas pero es necesario diferenciarlas. La angustia es una emoción anticipatoria de que pueda pasar algo para poner nuestros mecanismos de defensa en guardia cuando tememos que ocurra algo. La tristeza es una emoción que en sí misma no es patológica, es decir, ante determinadas circunstancias no estar triste seria lo patológico y, a veces, es hasta lo más saludable. Uno se tiene que permitir estar triste, no regodearse en la tristeza, pero si dejarse sentirla. La depresión, por su parte, es la ausencia de deseo, ponemos cosas entre la muerte y nosotros, como los deseos y proyectos. En este trastorno cae el deseo y desaparecen los proyectos, entonces uno se encuentra en un pasillo vacío y oscuro con una única certeza: que me voy a morir. Cuando a una persona con depresión le decís "dale levántate salgamos" y te contesta "para qué?", la depresión se encarna de un modo fatal en la certeza de la muerte.
Consumismo y redes sociales
La constante necesidad de éxito, de la inmediatez, de tener dinero y lo mal visto que está el fracaso en la actualidad, influye de manera significativa en la depresión. Nuestro aparato psíquico no nos permite lograr una felicidad absoluta, es imposible ser feliz todo el tiempo y hoy en día se nos obliga a serlo, a negar el dolor y la angustia, cuando es lo peor que podemos hacer.
En el caso de las redes sociales, dejarse arrastrar por el ritmo que la tecnología nos ofrece es algo que no deberíamos hacer, porque en el medio se pierde la subjetividad. Hay personas que de verdad creen tener 30 mil o 100 mil amigos en Instagram o Facebook porque en sus seguidores les aparece ese número, pero en un momento de angustia no se tiene a nadie con quien contar. A veces confundimos lo real con lo virtual, y creo que es otro de los errores más grande que cometemos.
La importancia de hablarlo
Hablar de depresión es fundamental, porque muchas veces puede pasar desapercibida como una tristeza "normal". No hay que tenerle miedo, pero si es importante poder detectar a tiempo los primeros síntomas y pedir ayuda psicológica, en casos extremos se debe recurrir a una ayuda psiquiátrica para que no pase a mayores y poder lograr mayor estabilización, además de trabajar en conjunto con el psicólogo o la psicóloga. Es importante aclarar que no se recomienda el autodiagnóstico, ni la automedicación.
Se requiere una escucha activa y empática hacia quien sufre este trastorno, ya que quienes no lo padecen suelen tomarlo como un episodio esporádico de tristeza y tratan de aliviarlo con comportamientos que tienden a estigmatizar aún más al paciente. Alguien que quiere ayudar no puede imponer su visión, ni empujar al otro a hacer cosas, a estar activo o a "dejar sus problemas atrás". Estas formas no siempre funciona, porque el tratamiento contra la depresión es un proceso largo que tiene sus tiempos para cada persona, con una historia diferente a la otra. Lo que si se puede hacer es valorar su silencio, y luego necesariamente consultar a profesionales de la salud mental. Ante un caso de urgencia se puede pedir ayuda inmediata a personas de confianza, como por ejemplo a familiares.
La importancia de la mirada del otro es fundamental, si no fuera por ese reconocimiento del otro no podríamos vivir. Cuando un bebé nace si lo dejás solo se muere, necesita que alguien lo mire, lo cuide y cuando va creciendo, se le ponga límites. Que el otro nos vea, nos hizo y nos hace sentir vivos, pero esa mirada se puede volver excesivamente patológica si estamos todo el tiempo pendiente de la atención del otro, ahí perdemos la huella de nuestro propio deseo. El reconocimiento es lo que genera el vínculo.
Nueva era depende de la contribución de sus seguidores y lectores, si te gusta el contenido de la cuenta o alguna publicación, podés ayudarme con uno o más cafecitos para que pueda seguir haciendo periodismo independiente. Muchas gracias!
Comments