Por: Mariano Quiroga, licenciado en Psicología M.P 370 y Franco Medina, periodista
“Todo comenzó por curiosidad de saber que se sentía, como se dice en la jerga ‘para ver cómo pega’. Primero comencé los fines de semana, pensé que lo tenía controlado, después siguieron algunos días entre semana y cuando me di cuenta ya era algo diario. Caí que estaba ‘hasta la manija’ cuando una noche no consumí, de la abstinencia empecé a tener dolores y no podía dormir, fue en ese momento cuando me di cuenta que ya estaba muy metidx en eso.
Al principio no le hacía caso porque era una sensación que en ese momento me parecía linda, pero después por suerte pude darme cuenta que ya me estaba haciendo mal, que me había sobrepasado la situación de consumo, porque mi cabeza todo el tiempo pensaba en consumir y después recién arrancaba mi día.
En un momento ya no podía más con la frustración de no poder salir adelante solx y pedí ayuda a mi familia y a mi novix, por suerte estuvieron para mí, me dieron su apoyo y su ayuda. También acudí al instituto IAPA (Instituto de Investigación, Asistencia y Prevención de las Adicciones) que me ayudaron para mí rehabilitación, me brindaron apoyo psiquiátrico y sobre todo ayuda psicológica, gracias a ellos pude salir adelante.
El peor dolor y la peor sensación de mi vida fue cuando comenzó la etapa de desintoxicación, fueron los peores 10 días de mi vida, tenía sensación de ansiedad y dolores musculares que no me dejaban dormir, diarrea, vómitos, no sabía si tenía frío o calor, mi cabeza volaba, en ese momento fue vivir un calvario.
Pero gracias a eso pude darme cuenta que no quiero volver más a ese mundo tan feo de consumir drogas y, como dije anteriormente, no hubiese podido lograr salir sin el apoyo de mi familia y mi novix. Si unx quiere salir puede, no hay que dudar en pedir ayuda y sobre todo tener mucha fuerza de voluntad. Si se quiere se puede, un día a la vez”.
Testimonio de una persona recuperada de adicción por consumo de sustancias.
La adicción es una enfermedad crónica y recurrente del cerebro que crea una dependencia o necesidad hacia una sustancia, actividad o relación, en la que se busca un alivio. El desarrollo de esta conducta, no solo implica para la persona adicta la incapacidad de controlarlo, sino también dificultad para abstenerse, deseo del consumo, la disminución del reconocimiento de los problemas derivados de la adicción y en las relaciones interpersonales, y una respuesta emocional disfuncional. Todo esto crea problemas en la persona mermando su calidad de vida.
Es importante aclarar que no hay un número exacto de cantidad de veces que una persona necesita consumir para hacerse adicto, esto depende de la vulnerabilidad biológica de cada uno. Hay personas muy vulnerables que, con pocas repeticiones, se vuelven adictos y personas poco vulnerables que necesitan muchos más contactos con la sustancia o la conducta para enfermar.
En cuanto a las causas, son múltiples e interactúan de una forma compleja que desemboca en el desorden adictivo, son distintas en cada paciente por lo que se debe individualizar cada caso y realizar un estudio de su historia personal y familiar para poder realizar el diagnóstico más adecuado. Algunos factores pueden ser:
Trastornos mentales: ansiedad, esquizofrenia, depresión.
Dificultad para gestionar los sentimientos propios o la baja tolerancia a la frustración.
Ausencia de lazos afectivos.
Familias disfuncionales.
Comunicación entre padres deficitaria.
Ausencia de responsabilidades y normas dentro de la familia, entre otros.
Desde el lado psicológico, en las adicciones se manifiesta lo que llamamos ‘pulsión de muerte’, es decir, esa energía psíquica que impulsa a hacerte daño. Hay que diferenciar las adicciones físicas de las psíquicas, hay momentos en donde este trastorno llega a lo físico y ahí se tiene que trabajar muy seriamente con un médico para que se haga cargo de la química del cerebro. Hay veces en que eso puede superarse, pero te queda la adicción psíquica y ahí entramos nosotros a trabajar sobre el tema o se trabaja interdisciplinariamente en conjunto.
Muchas veces hay una idea generalizada de que hay que tocar fondo para pedir ayuda, pero esto no necesariamente tiene que ser siempre así. Lo recomendable es que se pueda pedir ayuda antes, para poder prevenir y así reducir los factores de riesgo y potenciar los de protección. Por supuesto que esto no garantiza del todo que una persona no llegue nunca a tener adicción, pero lo hará menos probable. La capacidad de pensar de manera crítica, saber expresar lo que sentimos o ser capaces de decir no, son algunas de las herramientas que pueden ayudar a prevenir.
Por otra parte, al igual que otras enfermedades crónicas, la adicción más que curar, se puede manejar y tratar. Cuando alguien tiene una personalidad adictiva no podría decir livianamente se “cura”, pero tenemos que saber que hay una estructura de fondo que es riesgosa y esa persona tiene que saber muy bien cómo y qué hace con sus pasiones y deseos, porque está amenazado permanentemente por la recaída. Hay que tomarlo con mucha decisión y valentía, además no autoestigmatizarse y definirse como adicto, porque no es lo mismo decir “yo soy adicto”, que decir “yo tengo problemas de adicción”. El silencio en este tipo de temática es fatal porque la pulsión de muerte es silenciosa, te obliga y te destruye en silencio.
Para una persona que presenta cualquier tipo de adicción, el rol de su familia puede tener un valor terapéutico muy significativo, por ejemplo, desde mostrar apoyo para motivar y animar o ser un sostén y ayudar emocionalmente, hasta promover relaciones sociales sanas para evitar recaídas. Sin embargo, en otros casos los seres cercanos pueden ejercer un efecto negativo en la persona, incluso fomentar su conducta adictiva con la estigmatización, la negación del trastorno adictivo manteniéndolo como tema tabú, el encubrimiento o la excesiva sobreprotección.
Es importante que la familia recurra a centros de tratamiento de las adicciones que trabajarán con la persona para que éste asuma su problema y a partir de ahí, empiece su camino de salida. Al mismo tiempo, se les da a los familiares las estrategias y herramientas para sentirse bien y saber llevar la adicción.
Si tenés problemas con las drogas y el alcohol Llamá al 141. Asistencia gratuita, anónima y en todo el país durante las 24 horas, todos los días de año. También podés hacerlo por chat o por correo electrónico.
En esta página del gobierno argentina de recuperación de adicciones hay más datos que son de utilidad.
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