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¿Cómo transitamos un duelo?

  • Foto del escritor: Franco Medina
    Franco Medina
  • 26 ago 2022
  • 3 Min. de lectura


Por: Mariano Quiroga, licenciado en Psicología M.P 370


El duelo es un proceso psicológico que se transita de diferentes maneras y se produce tras una pérdida, una ausencia, una muerte o un abandono. Es común asociar esta palabra a la muerte, pero no es con lo único que esta relacionado, por eso al decir pérdida, lo hago en cualquiera de los sentidos (laboral, una carrera, un hijo, una pareja, la juventud, entre otros).


Esta experiencia emocional humana tiene características únicas y no es medible. Por ejemplo, no son los tiempos del almanaque en el que en determinado día uno tiene que dejar de duelar. Cada persona lo transita en su determinado momento y a su manera, porque el tiempo y la intensidad no siempre van de la mano. Algunos/as quieren estar solos/as, otros/as rodeados de gente, y también cada cultura o religión a través de rituales o costumbres lo procesa a su manera, pero no se duela si no es alrededor de un contexto.


Etapas o procesos del duelo


Se podría plantearlas de la siguiente manera


  • NEGACIÓN: La incredulidad es la primera reacción ante un golpe en la vida. Algunas frases habituales son “no puede ser verdad” , “no es justo”, "por qué me pasa esto a mi". El sentimiento de culpa en el duelo tras la muerte de un ser querido es una emoción habitual en la experiencia del doliente, acompañado de angustia, irritabilidad y tristeza.

  • ENFADO: La persona se encuentra enojado consigo mismo, con rabia o se echa la culpa así mismo por no haber hecho algo.

  • NEGOCIACION: Es el momento donde uno fantasea con la idea de revertir la situación.

  • MIEDO o DEPRESIÓN: La persona siente tristeza, transita un mundo desconocido, incertidumbre frente al futuro, vacío y un profundo dolor.

  • ACEPTACIÓN: Es el último paso donde luego de un gran trabajo emocional se trata de aceptar que las piedras que vamos encontrando en la vida forman parte del camino.


Todos/as transitamos el duelo por lo menos una vez en la vida, que generalmente son procesos normales, pero para algunas personas se puede complicar y pasa a ser patológico. Alguien que duela alguna pérdida por varios años o se extiende con el tiempo puede quedar melancolizado, donde el fantasma de esa persona que se fue habita constantemente a nuestro alrededor y no se va más.


Como mencioné anteriormente, el miedo es una emoción que está muy presente en el duelo, pero hay que diferenciarla del temor. El primero, es una reacción pasajera y lógica al presente, a algo real. Mientras que el temor, es una reacción permanente y anticipada al futuro, a lo que no sabemos si va a pasar. Dicha esta aclaración, al duelo no hay que temerle, porque al igual que el dolor que uno transita tras la pérdida de algo, es la prueba de que uno está vivo y nos salva de la locura, es una lucha y una batalla que tiene la persona frente a algo que perdió, el padecimiento es lo que se sostiene en el tiempo y te enferma.


En el duelo hay una lucha entre la realidad y el deseo, uno desea que esté esa persona que se fue, pero la realidad me dice que no está. Entonces, hay momentos donde nuestra psiquis toma partido por estos dos puntos, si va por el camino del deseo llenamos las ausencias con alucinaciones, por ejemplo uno dice “me pareció escuchar su voz”, ve a esa persona que ya no está o siente olores, se reniega de lo que dice. En cambio si va por la realidad, es que la persona ya se fue.


Con respecto a que podemos hacer para ayudar a una persona que atraviesa un duelo, lo primero que puedo decir es conteniendo, poniendo el cuerpo a través del tacto, de una mirada o solamente la presencia física de una persona, hará que ese dolor disminuya un poco, y en casos extremos acudir a un profesional psicólogo/a.


Hay ocasiones en el que el impacto emocional inicial es tan grande, el bloqueo se hace tan fuerte, sumado a que las emociones se vuelven incontrolables, que llega hasta incapacitar a la persona para afrontar el día a día. En esos casos la medicación es un recurso adecuado, siempre controlada por el médico psiquiatra y durante un periodo de tiempo limitado. De todas formas, intentar anestesiar el dolor emocional con pastillas puede llegar a convertirse en un problema. Es muy importante tener en cuenta que no hay que recurrir a la medicación como huida, si recurrimos a la sobremedicación estaremos bloqueando el proceso.



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